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Momento histórico, ¿de qué forma?

Por Eduardo Higuera


Es momento de dejar atrás los machismos disfrazados y el partidismo ramplón. El 1º de octubre inicia un momento histórico como nunca lo ha vivido nuestro país, en el que, como todos sabemos, tendremos por primera vez a una mujer usando la banda presidencial.

Ya solo este hecho debe hacernos conscientes de que vivimos tiempos extraordinarios. Sin embargo, no se queda ahí.


Si uno trata de construir un escenario futuro, adentrándonos unos 20 años en el porvenir, usando una mirada lógica hay temas que acompañan a la primera presidencia femenina, los cuales marcarán el lugar que ésta ocupará en la historia.


En primer lugar, la presidenta tendrá que lidiar con el legado del caudillo, todavía vivo y dispuesto a meterse en “su” transformación. Este legado consiste en el retroceso de la calidad de vida (servicios de salud, educación); seguridad (al punto de provocar señalamientos allende la frontera que afirman que un tercio del país lo gobierna el narco); diseño del estado y políticas públicas (con las reformas que además de volver al medio autoritario y hegemónico, le amarran las manos en muchos sentidos a Claudia) y por supuesto, con la corrupción y endeudamiento más grandes en décadas.


Si vemos el vaso medio lleno, el escenario está puesto para que la primera presidenta de nuestra historia destaque aún más que su predecesor y ungidor. Sheinbaum tendrá el poder/ capital político para hacer cambios profundos en México, mayores a los que AMLO está realizando a toda prisa y con pésimo diseño al final de su mandato constitucional.


Y ahí es donde realmente puede pasar a la historia.


Pensemos en ejemplos masculinos, porque no tenemos de otra al fijarnos en nuestra historia nacional. Las dos primeras personas “diferentes” que llegaron ala presidencia fueron miembros de los pueblos originarios, de Oaxaca. Juárez y Díaz son las dos caras de la moneda cuando pensamos en términos de historia, la influencia y ejemplo de ambos ha sido tema de debate e imitación hasta nuestros tiempos.


Uno se le considera el traidor a la causa liberal, tirano que se perpetuó en el poder, modernizar que recurrió a la represión y la fuerza, incluso contra de aquellos que eran de etnias originarias, al igual que él.


El otro, pese alas acusaciones de transformarse en un dictador de facto, se le recuerda como el gran transformador de México, al punto de que la narrativa oficialista actual lo ve como su predecesor directo. Separó el poder del estado y la iglesia, fomentó la libertad de culto y pensamiento, enfrento con éxito al segundo imperio y la invasión europea, estableció el liberalismo económico al punto de dar pie a las grandes haciendas y el inicio de la industrialización del país y es el prócer que colocó la soberanía e independencia nacional por sobre todas las cosas.


¿Cómo se recordará la primera presidencia encabezada por una mujer?


Si nos basamos en las características y aspectos que sus corifeos, la narrativa de campaña que se esgrimió desde los gobiernos guindas y su propia campaña, Claudia tiene todo para lograr ser mejor presidenta que cualquier hombre que la haya antecedido: participante en un equipo que se adjudicó el Nobel, científica consciente de la necesidad de cambio hacia las energías limpias para la supervivencia del género humano, demócrata que arrasó con pulcritud y contundencia en su propio proceso interno de selección y gobernante consciente de los derechos humanos y la defensa de los pacientes ante abusos experimentales, incluso en tiempos de pandemia.


Las tentaciones serán mayúsculas. Con el proyecto del INE que le concede a su partido la súper mayoría, tendrá la capacidad política para modificar la constitución a su antojo y de acuerdo con la visión que tenga del México futuro.


De iagual forma, se verá si el relevo generacional anunciado tendrá un peso real, impulsando una segunda generación del “movimiento” mucho más preparad académicamente, con más mundo y menos dogmas, como sustitutos de Toros misóginos acusados de violadores que gobiernan tras sus hijas o jefas de gobierno que inauguraron la modalidad de juanit@s para burlar la ley y acceder al poder, haiga sido como haiga sido.


Cada ocasión en que las urnas llevan al poder a personas que representan a grupos tradicionalmente marginados del poder, se genera una gran expectativa y esperanza. La izquierda de Allende y Lula, la nueva generación con Gabriel Boric, grupo racial como fue el caso de Obama, una mayoría discrminada históricamente con Mandela, por mencionar algunos casos.


Claudia Sheinbaum es, para muchas personas en México, la continuación de la esperanza redentora de los pobres encarnada por el caudillo AMLO y la posibilidad de darle la puntilla a la discriminación y marginación de las mujeres en México, las cuales son la mayoría de la población.


El momento de nuestra historia que ella encabezará es inédito pero corre el riesgo de no ser diferente a las decepciones que se centraron en su momento los machistas y populistas Fox y López Obrador.


¿Será la primera presidenta adecuada para el trabajo? Veamos que dice ese escenario a 20 años que quedará definido en unos cuantos días de 2024.

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