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¡Cácaro, la luz!

Por Eduardo Higuera Bonfil


No nos beneficia ni nos perjudica, sino todo lo contrario.

Frase atribuida a Luis Echeverría Álvarez


#LaReformaEléctricaVa es el hashtag que en estos días anda circulando por las redes, en especial entre aquellas de amlovers y de defensores de lo indefend…de la “4T”, quiero decir.

Sin duda, el lema digital es cierto de todas certidumbres, tanto como el que afirma que actual gobierno federal es histórico. Sin embargo, la historicidad del presidente su gobierno queda a medias. Se puede ser histórico por un encabezar un gobierno patético o por un excelente desempeño en la presidencia. De igual modo, la reforma eléctrica obradorista, sin duda, va…¿pero a dónde nos lleva la reforma, hacia dónde se dirige?, ¿al baile?, ¿a la soberanía energética?, ¿al paraíso energético?, ¿al mercado cerrado con retraso tecnológico?, ¿al rancho de YSQ?


El asunto es muy técnico, tanto que se puede argumentar tanto a favor como en contra y la gran mayoría de los mexicanos no tendremos ni la más pálida idea de lo que está ocurriendo en realidad. Esto permite que un bando declare que la reforma eléctrica neo es profundamente antipatriótica y que los hogares mexicanos pagan más caro el kilowatt hora que Bimbo o que se digan sandeces del tipo “yo nunca he visto un panel solar en el techo de un Oxxo”.


Pero esta situación de erudición técnica también genera que los detractores luzcan con lujo de detalles sus propias carencias e ignorancias al decir que son actos dictatoriales, cuando el partido gobernante tiene el poder legislativo para hacerlo y eso es legal y democrático, aunque no forzosamente bueno. Pero el fanatismo cobra factura a todes.

Lo que si queda claro (porque si queda claro, ¿verdad?) es que el evangelista de Palacio Nacional ha vuelto a lograr colocar todas las fichas del tablero donde le convienen y, sin importar el resultado del debate legislativo sobre su propuesta de reforma, él ganará la lucha por el control del discurso político.


Si la reforma energética transformacional se da, será el mayor logro (quizá el único de este tamaño de todo el sexenio) para Andy Manny. Uno que llega justo a tiempo para reforzar su imagen y agenda, mientras nos acercamos inexorablemente a la consulta popular para la revocación de mandato.


Con un éxito de este tamaño sin duda logrará el reintegro de la lotería para su gobierno, además de que podrá decir (por una vez con verdad) “tengan para que aprendan”.


Por el contrario, si Manuelito se queda en la raya y su reforma no es aprobada por el legislativo podrá echar mano de uno de sus recursos retórico-políticos favoritos: echarle la culpa a los demás. En especial a los “opositores egoístas, fifís, machuchones, corruptos, oligárquicos y neoporfiristas” cuyo único objetivo en la vida es interrumpir el glorioso proceso de transformación que él encabeza y que no tiene ningún otro interés que vender el país a los extranjeros mientras reciben sus correspondientes moches y comen McTríos en lugar de las muy nacionalistas tlayudas y gorditas que el preciso tan opíparamente consume (y que se notan en las fotos por más que intente esconderlo).


De esta forma, con un esquema que, a pesar de ser usado ad nauseam, vuelva hacer caer a la oposición en el juego del acompañamiento, del patiño patético más bien, demostrando que la batuta del círculo rojo se encuentra las mañaneras.


Y, de paso, esta misma situación tiene un efecto secundario igualmente beneficioso para el presidente y su discurso: todo aquél experto que cuestione la utilidad de la reforma sus objetivos e incluso el impacto ecológico o su anacronismo será colocado rápidamente en la misma bolsa que los políticos opositores, aunque con un adjetivo particular “lobista energético, ex empleado de las compañías energéticas neoliberales extranjeras”, giro necesario para mostrar que ellos son aún peores, pues a pesar de tener el conocimiento técnico necesario, no entienden que nada malo puede salir de poner la energía en cuasi monopolio estatal al mando de la misma persona que operó el fraude electoral de 1988 y que falsificó documentos para explicar su ineficacia en el apagón de Tamaulipas: Manuel Bartlett.


De esta forma, lo que debería ser un amplio y profundo debate a lo largo y ancho del país por su trascendencia e impacto en todos los estratos de nuestra sociedad, se ha transformado en el tren del mame de la semana, o del mes.


Un último efecto de esto es, quizá el más preocupante. Reducir una cuestión técnica que afectará nuestra vida a una trifulca moralina y polarizada cancela la democracia.

Y es que una verdadera democracia va más allá de votar y ser votado o las campañas donde se promete el paraíso. Una democracia fomenta, respeta y estimula la construcción de una ciudadanía a través de la participación y el actual contexto creado por la presidencia descalificadora y la oposición acompañante evitan hacer precisamente eso.


Y de nuevo, la pelota está en nuestra cancha, la de la ciudadanía. ¿volveremos a ser los chinos que se quedan nomás milando? ¿por fin tomaremos nuestro papel y nos informaremos y exigiremos a nuestros representantes que sean responsables?


La verdad es que yo creo que, igual que ocurre en el cine, nos quedaremos sentados cómodamente en nuestro lugar y solo gritaremos si algo falla. ¡Cácaro, la luz!


@HigueraB


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